30 may 2015

Día uno

Día 1.
 
He dormido como la que llevan al patíbulo de las últimas voluntades, intranquila y resignada al insomnio. No sé el porqué de esta manía mía de hacer, de madrugada, la lista de la compra.O contabilizar las deudas.Será que el silencio invita a los fantasmas o seré yo, que odio los números y por eso los acuesto.
Me he levantado con el camisón del revés y juro que lo llevaba bien puesto.Mi marido duerme a tres metros sobre el cielo, con dos almohadones enormes, casi como ac...ostarse con el vecino del sexto.Lo de dormir sin pijama lo aprendí a fuerza de amanecer con las piernas en zig zag sobre mí misma y como a mí eso de que me aten las imaginaciones no me produce morbo, decidí hacer con mis camisones trapos para la plancha.Y me va divino, mente cerrada, piernas abiertas...¿o era al revés? no sé, ahora no me acuerdo.
Luego me paso la mañana dando tumbos improductivos de mente insurrecta.Porque pensar es malo, ya me lo dijo mi padre. Pensar dibuja corazones en el espacio, letras en el cemento y adoquines grises sin epitafio. Lo del epitafio me lo estoy pensando pero no sé cómo se limpia el mármol y, además, que me incineren, por aquello de lo eco-lógico. Así, por una vez en la muerte, habré hecho algo con sentido. Con-sentido, eso. Porque todas mis sandeces anuales han sido voluntarias. Como desatarme la tiranta del sujetador, que el nude es un color que no me sienta.
Sienta...¿eso es de sentir, no? Sentir...sentir...qué bonito verbo "pa" conjugarlo en cualquier forma, menos en pretérito imperfecto...

 

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