Día doce.
A Marivi le suda la cara mientras resopla como incitando al viento y el brillo del verde de sus ojos dibuja espirales que son recitales turbios de su pasado más intenso.
Ella casi siempre está sola, con una soledad adquirida e involuntaria, de miga de pan olvidada y traicionera menopausia.Las prótesis de Marivi se engrasan con recuerdos tácitos y he cogido del mueble Mujercitas y hemos abierto la lata más almibarada del cine más clásico.Soy una analfabeta cinéfi...la incapaz de desgranar el claroscuro de una escena.Devaneo entre diálogos mientras me pinto las uñas y miro la pantalla sin verla y oigo las voces de mis distracciones internas.
A Marivi le suda la cara mientras resopla como incitando al viento y el brillo del verde de sus ojos dibuja espirales que son recitales turbios de su pasado más intenso.
Ella casi siempre está sola, con una soledad adquirida e involuntaria, de miga de pan olvidada y traicionera menopausia.Las prótesis de Marivi se engrasan con recuerdos tácitos y he cogido del mueble Mujercitas y hemos abierto la lata más almibarada del cine más clásico.Soy una analfabeta cinéfi...la incapaz de desgranar el claroscuro de una escena.Devaneo entre diálogos mientras me pinto las uñas y miro la pantalla sin verla y oigo las voces de mis distracciones internas.
Pero Liz Taylor conquista mis espacios mientras sus enaguas abullonadas saltan las tapias, dejándome el sabor inequívoco de las navidades de mi infancia.El color empolvado del cine de la época describe con extrema flaccidez el perfume de una sociedad de mujeres apostadas esperando un regreso, el mismo que arranca los calendarios de Marivi mientras Rufo, ciego y sin dientes, lame un hueso.
Marivi parió sola y sin anestesia.Lloraba sujetando metales y vendas, abriéndose en canal en la hora de la siesta, mientras el padre del que nacía abrazaba a Berta.
Hoy le damos palos al desconsuelo y apuntalamos silencios y transpiro la imagen de una Marivi deshecha mientras me pregunta del rioja la mejor cosecha.
Le recuerdo que no bebo vino y asiente con la cabeza.Hemos quedado mañana para amotinar contenedores en huelga y al pasado darle la vuelta.He comprado pinceles de pelo grueso, de los que arañan las tripas mientras pinto y Marivi se desgarra a jirones, planchando las sábanas de su hijo.
Liz Taylor era bella de trazo y mirada en penumbra pero fue Jo, la hermana de pluma andrógina, escritora parda e ilusa, quién despertó esta puñetera adicción que me llevará a la tumba.
Escribir es de tontos porque los libros se queman y las bibliotecas se inundan.
Pobre de quién no sea capaz de agarrarse a la rama del árbol más profunda.
Marivi parió sola y sin anestesia.Lloraba sujetando metales y vendas, abriéndose en canal en la hora de la siesta, mientras el padre del que nacía abrazaba a Berta.
Hoy le damos palos al desconsuelo y apuntalamos silencios y transpiro la imagen de una Marivi deshecha mientras me pregunta del rioja la mejor cosecha.
Le recuerdo que no bebo vino y asiente con la cabeza.Hemos quedado mañana para amotinar contenedores en huelga y al pasado darle la vuelta.He comprado pinceles de pelo grueso, de los que arañan las tripas mientras pinto y Marivi se desgarra a jirones, planchando las sábanas de su hijo.
Liz Taylor era bella de trazo y mirada en penumbra pero fue Jo, la hermana de pluma andrógina, escritora parda e ilusa, quién despertó esta puñetera adicción que me llevará a la tumba.
Escribir es de tontos porque los libros se queman y las bibliotecas se inundan.
Pobre de quién no sea capaz de agarrarse a la rama del árbol más profunda.
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