5 jun 2015

Día diez

Día diez.

Hoy es un viernes anómalo y con rol de lunes desasistido y extraño.Junto al mar, la paz de mi casa le roba decibelios al asfalto mientras desayuno lenta, acompasada, contando piedras mientras canto.
Mi marido aún duerme, cansado de ojear revistas y visitar anticuarios.Él acaricia las maderas de los muebles y es capaz de sondear cachivaches durante meses.Tiene una percepción de hemisferio cerebral contrapuesto, ironía en huelga y apetito siniestro.Él es portada de li...bro y yo ilustradora de sus silencios e interpreta mis metáforas con los ojos muy abiertos. Sus talones dibujan la misma huella que trazan sus recuerdos y afirma sostenido que a las cucarachas moribundas les dedico versos.

A él no le gustan las palabras y yo las apilo como si fueran relicarios de santas.Creo que el inspira el aire que yo desprendo y es el blanco más sencillo de mi más profundo negro.El tiempo que pierdo en ensoñar el absurdo lo emplea él bocetando su mundo, arrancando carcajadas a las curvas de sus huesos y devolviendo gin tonics por besos.Habita mi desván sacudiendo mi desorden y desbrozando sus frentes abiertos mientras desplaza mis adoquines y a mi hijo le cuenta cuentos.Es la matemática de mis proyectos, el pedaleo de un niño en bicicleta, la levedad de la valentía y al final te gana la partida, cambiándote cromos por cervezas.
   
Él se despierta y me propone un trato: leerme algún día a cambio de dejarlo andar descalzo por un rato.

No me leerá nunca.

Y yo le obligaré siempre a ponerse zapatos.

 

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