19 jun 2015

Día dieciséis


Mari Paz arrastra dolor de conciencia, añoranza en los rincones y de sus manos vacías un manojo de razones.Se equivoca con la indulgencia de quién habita el corazón y desprecia con desatino la cabeza, echándole un pulso a sus certezas.
Se ha enamorado de un indeseable y ganar la apuesta con tiento se le antoja poco probable.Maldito aquel día y maldito el otoño y ella se peina sus penas para no tocar fondo.Hoy le ha llamado tres veces y le apuñala el eco de su ignorancia, castigándole con su cinismo carente de gracia.

Él puntea el esnobismo, gasta un cargo electo, colecciona vestidos de noche y vomita la vejez en su coche.En sus brazos ella tantea una estabilidad ficticia y en sus puños esconde su voluntaria estulticia.El marido de Mari Paz desconoce el engaño, sonríe con bobería y se ducha en el baño y ella lo mira con pena, atizándole valium a sus recuerdos de antaño.Por la noche le mira cocinando y de su inmadurez se zafa, cambiando un matrimonio sólido por una indecente estafa.Ella llora con la opresión del mutismo, abigarrada en sus faldas, despreciando su almohada y el cinismo de sus garras.Mari Paz sabe que la mató la rutina y cantando borda el fracaso mientras ordena, de su alma, los pedazos.

-Yo detesto su perfume, las rejas de su casa y me ha engañado con el aplomo de señores de su casta.Sé que sedujo mi baja autoestima porque de besos ausentes se llena mi vida pero su altivez decadente me rebate y no quiero que sus cadenas me aten.

Mari paz escribe la elegía de su torpeza y busca en la basura su propia entereza.Ha decidido poner fin a una historia impávida de abrazos absurdos y se arropa en el pecho de un amor legítimo y profundo.
Maldita inmadurez y maldito el Facebook.

La mentira de las redes sociales no tiene remedio.

 

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